Dudas frecuentes
Es difícil estimar el tiempo exacto de la terapia, sin embargo, la duración media es de 10 a 15 sesiones (2-3 meses) para empezar a notar mejoría. Cada proceso es único y la duración depende de hace cuánto tiempo estuviera presente el problema y de cómo de dispuesta esté a cambiar la persona.
No, esta creencia es algo muy común pero es errónea. Los psicofármacos a veces son complementarios a las técnicas que usamos en terapia (por ejemplo, para poder llevar a cabo una exposición en una persona que tiende a desmayarse). No se asocian a mayor gravedad, son una ayuda más para poder avanzar con el proceso.
Si tu terapeuta te ha dado el alta es porque considera que ya no necesitas las sesiones y puedes “manejarte” tú solo/a. Sin embargo, debes tener en cuenta 2 aspectos:
- Este proceso es gradual, lo que significa que no pasarás de verle todas las semanas a no verle nunca, haréis sesiones de seguimiento que poco a poco se espaciarán más en el tiempo (2 veces al mes -> 1 vez al mes -> cada 2 meses -> cada 6 meses…)
- Aunque hayas recibido el alta, tu terapeuta seguirá estando disponible. Si experimentas cualquier cambio vital estresante y nuevo para el que no dispones de las estrategias adecuadas, puedes escribirle para agendar una cita.
Ten en cuenta que una vez has ido a terapia y el proceso terapéutico ha sido efectivo, ya nunca vuelves a la línea base de malestar pues cuentas con muchas herramientas para enfrentarte a tus estresores anteriores. Aunque puede que de vez en cuando te sientas desbordado/a y necesites algunas sesiones de repaso 😉
Sí, puedes hacerlo. Aunque no tiene obligación de contestarte puede ser de utilidad para compartir tareas, reflexiones, detonantes significativos, etc.
No, nunca, salvo en 3 ocasiones. Antes de comenzar la terapia el profesional deberá entregarte un documento llamado “consentimiento informado” en el que se recoge la confidencialidad de los datos y que ambos/as firmáis.
La confidencialidad en terapia nunca se puede quebrantar y va contra el código deontológico profesional, salvo que la persona corra peligro real de atentar contra su vida, la de un tercero, o en caso de que el paciente fuera un menor.
No, en ningún caso. Tu terapeuta no puede opinar de acuerdo con sus valores sobre situaciones que tu compartes, lo único que puede darte es su consejo sobre lo que es terapéutico y lo que no. Una de sus funciones es escucharte, validarte y empatizar con tu malestar, por lo que no puede juzgarte en ningún caso.
Un buen terapeuta no puede decirte lo que tienes que hacer, lo ideal es que te enseñe las estrategias de afrontamiento adecuadas para que tú sepas tomar decisiones. Sí puede guiarte en el camino y podéis trabajar juntos/as la toma de decisiones.
No estás obligado a compartir con tu entorno que has comenzado terapia si no te sientes cómodo haciéndolo. La decisión de compartir o no esta información es personal y depende de varios factores, incluyendo tus propias preferencias, tu nivel de comodidad, la naturaleza de tus relaciones y cómo crees que la información será recibida.
La terapia es un espacio privado y confidencial donde puedes trabajar en tus propios asuntos personales. No hay una regla que dicte que debas hacer pública esta experiencia. Compartirlo es una elección personal que puede cambiar con el tiempo y según la situación.
No, comparte solo aquello con lo que te sientas cómodo. Al final, es un proceso individual y el terapeuta debe adaptarse a ti. Si hay algún tema concreto que llevas tiempo queriendo sacar pero no te sientes con fuerzas puedes comentarlo en sesión y poco a poco podréis ir trabajándolo si es relevante para tu tratamiento.
Encontrar el terapeuta adecuado es un aspecto crucial del proceso terapéutico y puede marcar una gran diferencia en tu experiencia y resultados. No todos los terapeutas son adecuados para todas las personas, y está bien reconocer si no sientes que hay una buena conexión o si no estás obteniendo los beneficios que esperabas. Aunque este es un proceso que lleva tiempo, es importante que te sientas cómodo y seguro para abrirte y hablar sobre temas difíciles. Si sientes que no puedes confiar en tu terapeuta o no estás a gusto, esto podría ser un indicador de que no es el adecuado para ti. Reflexiona sobre tus sesiones hasta ahora. ¿Sientes que estás progresando hacia tus objetivos? Si bien la terapia puede ser un proceso lento y no siempre lineal, deberías sentir que hay algún tipo de progreso con el tiempo. Cada terapeuta tiene su propio estilo y enfoque. Algunos pueden ser más directivos, otros más pasivos. Piensa en qué estilo podría funcionar mejor para ti y si el enfoque actual está alineado con tus necesidades. Además, antes de decidir cambiar, considera hablar con tu terapeuta sobre tus inquietudes. A menudo, expresar lo que no está funcionando puede ser una oportunidad para ajustar el enfoque de la terapia y mejorar la relación terapéutica.
Las sesiones desde el enfoque terapéutico cognitivo-conductual generalmente son una vez a la semana, aunque es necesario especificarlo tras las primeras sesiones de evaluación, en función de las características del problema y la persona.
Si sientes que tu problema está afectando las principales áreas de tu vida (laboral, familiar, de amistad, académica, etc.) o tu propia salud en general (problemas de sueño, pérdida o incremento del apetito, dificultades de concentración etc.), entonces ha llegado el momento de ponerle solución.
Para comprometerte más con tu proceso es necesario que realices las tareas después de la sesión y se las envíes al terapeuta, o si el formato es presencial que lo tengas preparado antes de la siguiente sesión.
También puede ser muy útil que lleves un diario de terapia, donde puedes registrar tu estado de ánimo durante el día, tus avances, reflexiones,etc.
En CSM generalmente no solemos hacer un diagnóstico. Una etiqueta o diagnóstico es propia del modelo biomédico, que enmarca una forma de trabajar en la que el paciente está “enfermo” y tiene un trastorno. Esto solo es útil para intercambiar informes entre profesionales o para el mundo académico, muy pocas veces tiene utilidad para el paciente. La persona necesita entender por qué le pasa lo que le pasa y cómo se está manteniendo el problema, así que al finalizar tus sesiones de evaluación te daremos un “Modelo explicativo”, o un diagrama que explique cómo se creó tu problema y qué factores lo están manteniendo.
Aunque es inusual que te devolvamos un diagnóstico oficial, en algunos casos sí es necesario. Por ejemplo, podría servir para poder derivarte al servicio de Psiquiatría, para elaborar informes de solicitudes académicas de adaptación curricular, o en otros casos concretos donde quizás llevas años sufriendo sin entender qué te pasa y sintiéndote fuera de la “normalidad”.